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Más misterio que drama... de momento

Nadal, durante el duelo perdido ante Roddick. | Ap

Nadal, durante el duelo perdido ante Roddick. | Ap

Sirva en defensa de Rafael Nadal la comparación de los resultados obtenidos en el primer cuarto del curso 2010 con los firmados en 2008 durante el mismo periodo de tiempo. Apenas hay diferencia. Una final perdida temprana en el calendario –Doha en 2010, Chennai en 2008-, unas semifinales en Australia –en la edición más reciente se retiró lesionado en cuartos de final- y en Indian Wells –misma ronda alcanzada hace dos semanas- y otra final en Miami –esta vez ha caído una ronda antes-. Ningún trofeo.

Hace dos años, Nadal aterrizó en Montecarlo con la maleta vacía de títulos y al final resultó que era para dejar hueco a todos los que traería una primavera que se extendió más allá del verano por los confines del planeta, de la Europa continental (Montecarlo, Barcelona, Hamburgo, Roland Garros) al Reino Unido (Queen’s, Wimbledon), y de allí a América (Toronto) y después a Asia (JJOO de Pekín); ocho títulos casi de golpe, una racha solo interrumpida por las ampollas que apenas le permitían caminar ante Ferrero durante la segunda ronda del Masters de Roma y por Djokovic en las semifinales de Cincinnati.

Hace dos años Roger Federer, el mejor tenista de los tiempos modernos –permanece abierta la comparación con Laver-, se inclinó ante la raqueta de Manacor, el primer campeón de Roland Garros y Wimbledon en un mismo ejercicio desde Bjorn Borg en 1980, el primer zurdo al frente del 'ranking' de final de curso desde John McEnroe en 1984. En 2008 Nadal ganó 82 encuentros, ocho de las diez finales disputadas y registró 17 victorias por seis derrotas ante rivales 'top ten'. Entonces regresó a París, al torneo 'indoor' de noviembre, y allí los tendones de sus rótulas, los que han condicionado su evolución desde entonces, exigieron una tregua. Se retiró ante Davydenko y no acudió a la Copa Masters. Su espectacular puesta en escena durante el Abierto 2009 no permitió intuir la magnitud del problema que se aproximaba. Nadal pudo con Federer, pero ¿a qué precio?

Su regreso a la competición tras dos meses de baja en el momento crucial de la temporada 2009 devolvió a un Nadal que hoy ha perdido la capacidad de desactivar a los rivales, de descubrir sus defectos y neutralizar sus virtudes, pero también de sostener el bastón de mando durante los encuentros. Así se explica su incapacidad en los últimos 11 meses de añadir un nuevo título a los 36 ya acumulados. En este tiempo, sólo Tsonga figura entre sus víctimas ilustres. Hoy Nadal no remonta, le remontan. La épica la ponen sus rivales, no él. Se le intuye pero no termina por imponer sus argumentos y el carburante que antes nunca faltaba hoy se echa en falta en los tramos más decisivos. Quizá por eso la emprendió a golpes con sus cuádriceps poco antes de su última derrota.

En la final de Doha ante Davydenko no concretó dos puntos de partido; en las semifinales de Indian Wells ante Ljubicic, otro encuentro que arrancó de manera sobresaliente, no opuso resistencia en el 'tie break' del parcial decisivo y en Miami no fue capaz de contener la ofensiva brutal de Roddick, pulcro en la red y con su derecha más plana y agresiva de lo habitual, crecido tal vez al comprobar que el monstruo hoy acostumbra a conceder una segunda oportunidad a sus presas.

Algo está cambiando en la ATP. El circuito se ha abierto. El duopolio mantenido por Federer y Nadal desde 2005 se resquebraja y los nuevos aspirantes no terminan de creer. El suizo va a su aire, el que sopla débil aún desde Wimbledon, su X en el calendario. El cuerpo de Del Potro ya paga los excesos a pesar de su juventud mientras que Djokovic y Murray tratan de asimilar la verdadera tortura que supone mantenerse tan alto en la clasificación, sufrimiento que resalta la entereza de Nadal, cuatro años amenazando sin descanso la hegemonía de un marciano hasta finalmente destronarlo.

Roddick, injustamente valorado a pesar de encadenar siete temporadas entre los diez mejores del mundo y aparecer tercero en el 'ranking' de jugadores en activo con más títulos (28), se empleó a un nivel desconocido hasta ahora. El también pidió más respeto para Nadal. "Rafa te fuerza a hacer cosas con las que no te sientes cómodo, como pegarle más fuerte a la pelota o subir a la red con un segundo servicio", comentó. "En todo caso hay que darle crédito, porque sabes que pasando bolas, tratando de moverlo desde el fondo de la pista, él es superior. Me obligó a asumir muchos riesgos en los dos últimos sets". Sirva eso también en defensa de Nadal, aunque hubo un tiempo que daba igual el rival. Si el balear empezaba bien, acababa mejor, sin importar el nombre del contrario, aun llamándose Roger.

Pocos conocen con exactitud las causas de tan extraña mutación. Que ésta provenga de un problema físico o mental, si responde a cuestiones internas o ajenas a la pista, es algo que sólo él y sus más próximos deben resolver. La tierra batida evaluará en su justa medida el grado de la crisis. "Es cierto que la arcilla es una superficie mejor para mi cuerpo... Mucho mejor", dijo ayer. Hasta entonces, su novela ha de incluirse en la sección de misterio y no en la de drama.

 

 

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