En 2004, il y a 10 ans, El Païs écrivait déjà...

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CRÓNICA:COPA DAVIS 2004 | ESPAÑA, A UN PUNTO DE SU SEGUNDA ENSALADERA
Nace una estrella

España acaricia la Davis tras un épico triunfo de Nadal, de 18 años, ante el bombardero Roddick y la sencilla victoria de Moyà

 

 Sevilla 4 DIC 2004

Fue uno de esos momentos que determinan el nacimiento de una estrella. Se daban todas las condiciones. La juventud de un chico de 18 años; la trascendencia del momento, nada menos que la final de la Copa Davis; el prestigio de su rival, Andy Roddick, el bombardero estadounidense; la necesidad de encontrar a un héroe que conecte con la gente; el hilo que transporta al tenis desde Santana a todos sus herederos. Todo eso se manifestó en la figura de Rafael Nadal, convertido en ídolo nacional después de tres horas de aventura y gran juego. Ganó a Roddick en cuatro sets y dio el segundo punto a España en la primera jornada de la final. La Davis está a un centímetro.

Nadal jugó el partido perfecto, en el momento exacto, frente al rival necesario. El deporte es muy sensible a estas cuestiones de precisión casi teatral. Grandes jugadores nunca han conseguido la admiración popular. No se trata de ganar torneos, de manifestar grandes cualidades en las pistas, de consagrarse en el deporte. Es otra cosa. Es la invisible frontera que separa al gran profesional del ídolo carismático, aquél que transmite a un país una vibración especial. Nada de gran relevancia ha ganado Nadal en su corta carrera como tenista, pero ya había dado señales de su especial naturaleza en las eliminatorias frente a Eslovaquia y Francia. Sin su contribución, el equipo español difícilmente habría alcanzado la final. Sin embargo, la presunción de su talento no era suficiente como para declararlo ídolo. Ni tan siquiera tenía puesto seguro en el equipo. Su titularidad, a costa del consagrado Juan Carlos Ferrero, despertó la polémica. Era una decisión de alto riesgo que requería de una respuesta convincente del joven Nadal. Un fracaso inapelable ante Roddick habría ampliado el ruido de la controversia, probablemente con un efecto devastador en la estabilidad del equipo.

 

No falló. Triunfó. Salió aclamado de la pista de Sevilla, tras un partido que desplegó toda la épica de la Copa Davis. Nada más apropiado que la presencia de Manuel Santana, Joan Gisbert y Josep Lluis Arilla, los pioneros que abrieron el camino del tenis español hacia el éxito. Había ganado Carles Moyà su partido ante Mardy Fish. Fue un ejercicio sencillo, sin historia. Moyà hizo su trabajo con profesionalidad y buen ojo. No dejó que Fish hiciera aquello que no sabe: ganar en las pistas de tierra. Se cumplió el pronóstico antes de comenzar el espectacular partido que enfrentó a Nadal y Roddick. Durante tres horas y media, los dos jugadores libraron un combate épico. Al poderío un poco simplista del norteamericano se opuso la tenacidad y el ingenio del joven tenista español. Desde el principio quedó claro que es un jugador de rasgos singulares. En su estilo, en su voluntad, en su vertiente creativa, Nadal conecta con el público. Transporta a los espectadores de la condición de aficionados al entusiasmo radical. Con él se produce este misterio, poco común entre los grandes deportistas.

Su actuación fue memorable por muchas razones. Primero, por la victoria. Pero también por la clase de juego que desplegó ante Roddick, que ganó el primer set en medio de golpes espectaculares de los dos jugadores. Roddick empezó el partido como se esperaba: un gran jugador, con graves déficits en la pista de tierra, pero con la autoridad que se espera del segundo del mundo. Sabía que la suerte de Estados Unidos en la Copa Davis dependía de su resultado frente a Nadal. Conquistó el primer set como se espera de una figura acreditada. Lo hizo, sin embargo, a cambio de dejarse el pellejo. El primer set fue el prólogo de su drama. Nadal le resultó excesivo por juego y por coraje. El español ganó las tres siguientes mangas de manera impecable, con un registro enorme de golpes, sin permitirse una sola fisura ante un adversario que estaba dispuesto a aprovechar cualquier concesión. Roddick no la encontró.

Nadal sabía que era su tarde de gloria, el momento que con toda seguridad trazará una divisoria en su carrera. Hasta ayer era una gran promesa del tenis. Ahora es un ídolo. En Sevilla ha nacido una estrella.

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COPA DAVIS 2004 | ESPAÑA, A UN PUNTO DE SU SEGUNDA ENSALADERA

La licenciatura del hondero balear

Nadal, tímido y pescador, no tiene carné de conducir, novia ni actrices de cabecera

 

 Palma 4 DIC 2004

Recuerda la imagen mitificada del hondero balear. Nadal es un brillante y retador guerrero de izquierda poderosa y piernas de bronce repujado. En Sevilla seguramente enterró ayer con polvo de ladrillo rojo los datos tópicos de su primera identidad deportiva. Rafael Nadal dejó de ser una promesa que daba sorpresas, hizo olvidar que fue el niño tenista sobrino del futbolista del Mallorca -y antes del Barça y la selección- Miguel Ángel Nadal. Además se exhibió en una final incierta de la Davis y en un combate teóricamente desigual. Actuó como es, no se achicó ni flaqueó ante la cita heroica y llamó a la puerta del grupo de privilegio donde habita Carlos Moyá, el paisano de Mallorca que le aúpa, su maestro estelar.

El ex adolescente Nadal apunta directo y de manera insistente contra mitos e ídolos. Asegura que no conoce parientes ni amigos en el juego. Admira a Roger Federer, antes se fijó en Pete Sampras y en André Agassi y es cómplice seguidor de Moyá, al que ya derrotó una vez sin complejos filiales. Moyà ha sido dos años su tutor en el circuito y ambos han devenido inseparables. Sus triunfos, el gesto mediterráneo y su estilo atlético propiciaron sus contratos para ser iconos de grandes marcas.

Nadal se muestra respetuoso, no pierde las referencias familiares y las dimensiones de sus hazañas. En esta temporada se programó para alcanzar precozmente el top-ten pero una lesión de tobillo le bloqueó varios meses. Se entrenó en soledad, sentado en una silla ante la red, entró en cámaras hiperbáricas para acelerar la curación, estuvo muchas horas en manos de fisioterapeutas y bajo las ondas magnéticas y el láser.

La ambición y su fortaleza le hicieron asegurar a una estrella rival que no firmaría su currículo de triunfos en la cúpula del tenis mundial. Rafel/Rafelet/Rafa tiene 18 años y una hermana menor, aún no se ha sacado el carné ni posee coche; teme usar moto, no tiene novia ni reseña actrices o modelos de cabecera. No sigue la moda -se la marca la casa patrocinadora- ni tampoco observa los reportajes de prensa o anuncios de televisión que protagoniza.

Aunque parece seco y un punto altivo, es tímido y frío y en el trato, amable. Dejó los estudios secundarios hace dos años, lee algún libro, navega por Internet, cruza mensajes con sus colegas, usa consolas y juegos virtuales. Se divierte en algún campo de golf, una actividad que no considera un deporte. Pesca y ama los platos del litoral.

En su pueblo Manacor, -la ciudad de las perlas y las cuevas-, predominan los caballistas de trote enganchado, varias generaciones de tenistas y futbolistas y una masa de poetas y pintores. El tenista de fama pertenece a una extensa familia clánica de clase media, encabezada por el patriarca, su abuelo Rafael, un músico popular, y en la que hay varios políticos conservadores.

Rafael Nadal compatibilizó el tenis y el fútbol hasta los 12 años cuando los triunfos infantiles en las pistas le obligaron a elegir. Es aficionado del Real Madrid y, además, del Mallorca. Desde hace catorce años Rafael ha crecido a la sombra y bajo la serena dirección de su tío, Toni Nadal, un ex tenista discreto.

El manager-tío resalta que Rafael siempre quiere vencer y que es incansable ante los retos en la cumbre y en la rutina gris de las mortecinas partidas de preparación bajo los atardeceres violetas del club de Tenis de Manacor donde ya le adoraban desde hace años como el amigo líder en Rafel. La técnica y la rabia que exhibió cerca del Guadalquivir ya las expresó al atrapar una raqueta mayor que él, a los tres años. Ayer el hondero Nadal se licenció y su proeza fue derribar con muchos golpes al Goliat norteamericano.

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L
oups sorry, je me suis trompé d'article quand j'ai posté ce com<br /> <br /> En parlant &quot;d'étoile montante&quot; vous avez vu que BabyFed s'est fait opérer du coude. ça fait moins d'un an que Roger Rasheed s'occupe de lui et il est déjà sur le billard. <br /> Bye-bye Dimitrov it's been fun knowing you. <br /> Combien de temps Rasheed va-t-il encore sévir et massacrer les joueurs les uns derrière les autres ?
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L
Une étoile qui a changé nos vies ... ou plutôt qui a accaparé nos vies ☺ ♥
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