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Nadal impone la épica entre Aznar y Almodóvar
Alejandro Delmás | 15/10/2008
Seres del mundo exterior toman la Casa de Campo para palpar a un ser de otro planeta: en un mundo en crisis, la visión de Rafael Nadal es la visión de la épica. Nadal gana partidos, títulos y corazones porque está dispuesto a pasar por cualquier cosa, antes que por el trago de la derrota. "Lo doy todo por ganar", es una de las respuestas preferidas del campeón de Wimbledon. Y, una vez más
A las 21:45 horas de ayer, el gran torneo de Madrid parecía escurrirse de las manos de Rafa Nadal, que había perdido el segundo set sin escape ante la metralla de Gulbis: tremendo pistolero con suave cara de niño que iba a sumar 15 aces. Justo ahí, con J. M. Aznar en el servicio, las tribunas tentándose la ropa y Pedro Almodóvar petrificado tras espectaculares gafas, Nadal llamó a una cohorte de masajistas para que le tentaran la famosa zona trasera donde la espalda pierde su honesto nombre. ¿Iba a abandonar Nadal? ¿Era la misma contractura en la zona cercana al glúteo que casi le hace perderse el duelo decisivo contra Roddick en la Davis, en Las Ventas?
No. Nadal no abandona: nunca. Federer puede sentirse muy cansado, pensarlo y admitirlo. Nadal puede sentirse cansado, y acabado: pero jamás lo admitirá. Podría haber estado en Trafalgar y recibir la famosa señal desde el HMS Victory del Almirante Nelson: "Inglaterra espera que cada hombre cumpla con su deber". Y hubiera sido uno de esos capitanes de Nelson que, barco a barco, cruzaron la línea enemiga sin abrir fuego, recibiendo un diluvio de plomo en el cumplimiento del deber: "La orden es cruzar la línea, y este barco va a cruzar la línea, por Dios que lo hará", juraban esos hombres. Alguien así es Nadal.
Aces. Es Nadal, que con juego y pulmones casi desmantelados, aún puede sacar la cabeza del fondo, entre la humareda de las granadas de Gulbis, al que sumerge sus 49 tiros ganadores en un océano de 62 errores no forzados. Es Nadal que, cuando Gulbis ya le tiroteaba con una docena de aces, a comienzos del tercer set, cara o cruz, tú o yo, aún es capaz de desafiar la metralla del letón y achicarle para provocar una doble falta vital en el cuarto juego: 3-1. Tú o yo, gana Nadal. Gana la épica: eso que Aznar y Almodóvar, tan distintos, vinieron a sentir de cerca.
"Tengo que dar de nuevo las gracias al público de Madrid por su apoyo. Otra vez han conseguido aquí que me sea más fácil salvar situaciones tan duras como la de hoy (por ayer). Fue muy duro. Gulbis ha jugado agresivo, pegando durísimo y no daba ritmo. He llamado al masajista a principios del tercer set porque noté un pinchazo en el glúteo, que se iba tensando. Se solucionó y está bien. Con Gasquet tengo un buen récord (5-0), pero siempre han sido partidos complicados. Será un partido durísimo, dificilísimo, y sé que tendré que jugar a gran nivel".
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